lunes, 31 de agosto de 2009

MAR Y MONTAÑA DE CONEJO Y VIEIRA


INGREDIENTES:

Conejo 1 unidad
Agua 1 l
Viera 250 g
Zanahoria 150 g
Cebolla 100 g
Ajos 50 g
Maicena exprés 10 g
Jengibre 5 g
Gelatina 5 g
Pimienta 5 g
Laurel 3 g
Romero 3 g
PROCEDIMIENTO:
Cortar el conejo en cuartos, marcarlo en una sartén con un poco de jengibre y aceite de oliva virgen y poner en una olla Exprés. Limpiar las verduras y cortar en juliana; dorar en la misma sartén y añadir todo a la olla. Introducir el vino, las especias y el agua; dejar cocer durante 15 minutos con la olla cerrada.
Sacar el conejo de la olla y elaborar un bombón de conejo deshueesando y picando la carne con un cuchillo. Poner en un cazo con la salsa del estofado hasta que lo cubra y añadir la gelatina. Ir rellenando moldes de medias esferas y dejar reposar a temperatura ambiente.
Aparte, limpiar las vieiras y marcar en la plancha con un poco de jengibre y aceite de oliva.
Para la salsa, colar todo el jugo restante de la olla del estofado y ligar con un poco de maicena.
Presentación
Poner en un plato llano tres vieiras, y encima, los tres bombones de conejo. Salsear con la salsa del estofado, y decorar con brotes o hierbas frescas.
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CONSUMO DE CONEJO EN DETERMINADOS GRUPOS POBLACIONALES

La carne de conejo posee una serie de características nutricionales que la hacen muy aconsejable en determinadas etapas del desarrollo de una persona, fundamentalmente en la niñez, adolescencia y la vejez.
a) La infancia
La infancia es una etapa de la vida muy delicada, ya que los niños se encuentran en un período en el que sus requerimientos nutricionales se ven aumentados por el crecimiento y desarrollo que experimenta su organismo. Además debido a que el organismo aún está inmaduro, las deficiencias o desequilibrios alimentarios pueden tener un mayor impacto que en otras edades o llevar a alteraciones irreversibles.
Por otra parte, en esta etapa se van consolidando los hábitos alimentarios que posteriormente resultan muy difíciles de cambiar. De ahí que es importante que las pautas de alimentación que se instauren en la infancia sean saludables.
A partir de los 6-7 meses de edad los niños pueden comenzar a consumir carnes blancas como la de conejo o pollo. Entre los 8-9 meses se puede introducir la ternera en su dieta, y al de un año o año y medio, el resto de carnes.
La carne de conejo colabora a la hora de cubrir las ingestas recomendadas de proteínas, vitaminas y minerales recomendadas en esta etapa tan importante del desarrollo. La vitamina B12, por ejemplo, es necesaria, junto con el ácido fólico, para evitar procesos anémicos y de degeneración de neuronas. Por otra parte, para combatir la deficiencia de hierro que puede sufrir el niño, el hierro hemo contenido en la carne de conejo de mayor biodisponibilidad que el hierro contenido en los vegetales, colabora a reducir la incidencia de anemias en la etapa preescolar.
Esta etapa está caracterizada por un gran desgaste físico y mental. De ahí la importancia de que los niños consuman minerales, como los contenidos en la carne de conejo, como son el fósforo, el selenio o el potasio.
Por último, la fácil digestibilidad que permite esta carne la convierte en idónea para la dieta infantil.
b) La adolescencia
Durante esta etapa se producen importantes cambios físicos y psicológicos, por lo que resulta fundamental una nutrición y un contenido proteico adecuados que garanticen tanto el crecimiento como los cambios en la composición corporal. Durante la pubertad se puede incrementar el porcentaje de las calorías a favor de la proteína de un 10-15% a un 12-15%.
La carne de conejo colabora a la hora de cubrir las ingestas recomendadas de proteínas, minerales, vitaminas del grupo B, así como de fósforo y potasio.
c) Personas mayores
Las personas de edad avanzada son, desde el punto de vista nutricional, un grupo de población vulnerable, debido al aumento de las enfermedades crónicas como a los cambios físicos y psicosociales asociados al envejecimiento. Es importante poner énfasis en la prevención de la desnutrición energético-proteínica en esta etapa de la vida.
A pesar de la disminución de la actividad y de la masa muscular, las ingestas recomendadas de proteínas son las mismas en ancianos y adultos. Lo que si cabría matizar es que conviene que la mayoría de las proteínas sean de origen animal, para garantizar una mejor absorción. En concreto, el 60% de aporte en proteínas deben ser de origen animal, frente a un 40% que deben serlo de origen vegetal. Además, las personas que tienen problemas de movilidad pueden necesitar aportes más altos de proteínas para mantener su balance de nitrógeno. Sólo en caso de insuficiencia renal puede ser necesario restringir el consumo proteico.
Los aportes de vitaminas del grupo B y algunos minerales contenidos en la carne de conejo pueden ser muy beneficiosos para este sector de la población.
Finalmente, la carne de conejo permite una fácil digestibilidad para evitar digestiones pesadas que suelen darse en personas mayores.
FUENTE: Intercun ( Organización Interprofesional cunícola)
Centro de Información nutricional : Tfno: 902 995 681

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